martes, 2 de octubre de 2012

Lo que no fue..........

Al mirarla me pregunté que sentía la niña de los cabellos largos que en catarata ondulada se deslizaba por su espalda. Miraba en la lejanía, una tristeza  abrazada al desconsuelo de sentirse herida . Entrecerró sus ojos, abrió sus brazos y siguió en silencio de cara al cielo. La observé plasmada ante un horizonte de rayos ya casi muertos como muerto estaba su corazón, atravesado por la lanza del desamor. Su juventud tan fresca y su alma tan ajada y vieja, la niña de mis sueños sufría murmurando desaliento. Intentó recordar que sentía cuando vivía dentro, en la entraña misma de un nido interno. Bajó su mirada hacia un sol que se escondía terminando otro día, sentada sobre la tierra donde había corrido cuando más pequeña, apoyó la ternura de sus manos sobre un vientre que no crecería. Habían pasado ya seis largos meses le indicaba el calendario de su mente, imaginaba un apenas visible rostro de quien no conocía pero que amaba desde que supo vendría a compartir sus momentos de juventud, a caminar de la mano de la casi mujer en que la convertiría. Las lágrimas acompasaban el dolor contenido, los meses escondidos en su almohada, las confidencias en la noche a ella misma, mascullando soledades y abandonos a quien no merecía. Como decirle adiós al sueño no cumplido, al nombre esperado, al rotulo magnifico que significaba ser parte viva de mi niña, como olvidar que su cinturita de princesa se ensanchaba mientras contaba los días. Se llamaría Juan como el Bautista, se llamaría Pedro como el primer papa de la Biblia que tantas veces le habían leído  mientras intentaba dormir pequeña, arropada en brazos de su abuela. Tal vez sería María como la Santa Madre o Isabel como su prima. No podía rearmarse de la pérdida, tan joven y vital, tan ajena a lo que sucedía, puesta toda ilusión en el niño que no nació. Descarnada en el dolor atinó a decir en alta voz : "yo quise al niño querido Dios, lo amé al instante del mismo amor...........".Me avergonzè al oírla y ser protagonista de su diálogo con ella misma y su Señor.  Me prometí callar, como un sacerdote en la confesión, guardar con recelo la maternidad truncada de la niña de mi corazón.

                                                          Yuli  (Octubre '12) 

 

1 comentario:

  1. Un dolor profundo...agobiante...y la impotencia, el desconcierto...
    Eso está en tus palabras, muy claro.

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