Llegue apenas unos minutos antes de la hora pactada entre
vos y yo, subí la escalera hasta el primer piso dirigiéndome hacia la
mesa en la que solía esperar a mis amigos, como si llevara el sello de
mi persona. Aparté una de las sillas acomodando la ropa invernal con la
prolijidad de mujer, desanudé mi pañuelo rosa, tenue pastel como las
rosas de mi florero. Al intentar dejarlo sobre el respaldo, simplemente
buscó alguna brisa colada cuando la puerta de entrada se abría, flotando
en libertad siguió deslizándose levemente hasta llegar a tus pies. Mi
mano en un intento apurado por recogelo tropezó con la tuya, tendida
hacia mí para levantame. Conocidos ojitos color de miel se sumergieron
en los míos, la ternura de tu sonrisa me indicaba la bienvenida al café
tan esperado. Un largo año, completo, de meses interminables, eternos,
recordé las veces que aquel café se enfrió en la espera de verte y oír
tu voz. Otra oportunidad y dos corazones con necesidad de reconectarse.
Mozo! un submarino y un té con leche...Me sorprendí al no pedir café,
interiormente quería quebrar lo común, esa noche sería especial porque
estabas solo para mí, tu mirada mía, tu persona mía, tu voz para mis
oídos, tu muecas tan conocidas regalo para mi vista. Bebí un sorbo de mi
taza y te miré por el borde, te has convertido en una hermosa mujer, tu
cabello entre rubio y castaño, largo y lacio, se hacía a un lado cuando
saboreabas tu chocolate. Imposible quitar mis ojos de vos, un imán me
atrapaba, tenía hambre pero no de torta ni medialunas, hambre de tocar
tus manos. No perdí tiempo y apresuradamente las acerqué a las tuyas que
ansiosas las esperaba, tomé tu rostro, acaricié a mi otra niña, le de
mis ojos, la de mi amor primero, la niña de la adolescencia, mi amada,
tan amada hija. Con insistencia venía a mi memoria la parábola de Padre
misericordioso, una y otra vez, parecía que mi alma se empeñaba en
decirle...Y las palabras solo se escaparon sin darme tiempo, la rebeldía
enamorada de ella se expresó con total amor...Te pido perdón, si te
dañé, te pido perdón, mi amor. Mi corazón acelerado se tumbó en tantos
vuelcos y revolcado en tiempos de guerras internas, soledades impuestas,
espinas eternas, dolores provocados por años de silencios........Y lo
oí, Te quiero mami, te quiero....Más no podía pedir, la vida me devolvía
lo que creía perdido, las palabras salían de mil maneras diferentes,
rodaban gotas de sal de tu mirada y la mía, no eramos ni vos ni yo,
volvimos a ser una. Cerré mis ojos y sentí un bulto en mi vientre, una
redondéz de amor y ternura, eras mi propia carne hablando, mi propia
carne pidiendo a gritos un amor que siempre estuvo. Nadie roba hijos,
pero alguien te robó de mi juventud inexperta, nadie aleja hijos, pero
alguien movió invisibles hilos para una lejanía no elegida. Pensé en lo
injusto de todos estos años, en el tiempo que pasaba sin detenerse,
subida en un tren equivocado, leyendo carteles de estaciones que no me
llevaban a ninguna parte. Al fin y al cabo esta era una nueva vía, una
nueva vida, una nueva mujer que salió en búsqueda de sus tesoros más
preciados. El mapa del pirata tenía la respuesta, con mi dedo seguí la
ruta de los sentimientos, crucé lo impensado, un océano de soledad, nadé
kilómetros de lágrimas vertidas hasta el ahogo. Busqué un horizonte que
nunca aparecía y cuando creo que ya no hay más energía encuentro la
guía de tu mirada. Allí me dirigí dispuesta a recobrar lo mío, los
valores más grandes que tengo, la razón de mi vivir, mi aire, mi
alegría. Y en verdad sigue la historia de Blancanieves a Cenicienta, de
bruja a pirata para recobrar lo arrebatado. Tu figura quedó grabada en
mi catalejo, subida en un barco hoy puedo cruzar las veces que quiera
hasta la desembocadura de tu río.
Yuli ( Junio '12)
Se hizo letargo el momento de espera, pero ha sido valioso y maravilloso el despertar...
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