Ese día morí, no me lo recuerdes,
cerré mis ojos y ya no la desafié
aquella sombra, su pisada silente,
la sonrisa enmudecida, impasible,
La penumbra de su día y mi final,
la pena que remitía en descanso,
acomodada entre alas y soledad
vagabundeaba en flechazo sutil.
Se descarnó tiernamente el alma
al término de la angustia terrenal.
En silencio mi ausencia era dolor
y el dolor se hacia vital presencia.
Seco el corazón de tantos llantos
murmuré en desnudez su nombre.
Abandonada al abrazo de Morfeo
más allá del amor seguí la aurora.
Julia Marini ( Julio`13)
El alma mientras duerme, apacigua el dolor dejándolo momentáneo y ausente...
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