La vi enfrentada a mí
escapando humilde por la mejilla
camino al cuenco
preparado por mis dedos.
La tímida lágrima era
un entrevero de azùcar y sal.
En la huella del sendero doloroso
de sus vívidos recuerdos,
cada gota se convertía
en fugaz escape escurridizo,
casi tan inevitable
como el brillo espejado
de su mirada color castaño.
Era mi embrujo
enmarcando el rostro y
humedeciendo
las pequeñas arrugas de su vida
obligadolo a soltar el lastre emotivo
de tanta emociòn guardada,
mostrando en completa desnudez
la pena de su alma.
Julia Marini (Marzo ´13)
Cohibida se desliza con el dulzor que genera el alma, sin poder hacer freno en convertir salado el recuerdo...
ResponderEliminarde un amor incompleto, que brinda entera, aún así el alma.........
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