Me contaron que otros ojos
lo prendaron,
y engarzada a su corazòn
ella quedò
como la mayor esmeralda
para su anillo.
Lo observè erguido, altivo
en la escalinata
del San Patricio amado
saludando al niño.
Entretanto imaginaba que volvia su mirada a mi persona escondida, Espiando su mano extendìda hacia mi rival tan del pasado, silenciaba mi pecado. Que de tantos sufrimientos a paladas lo enterrè
al derrame de mis làgrimas en el hueco de sus labios aquel que alguna vez por mi fuera besado. Allì estaba su recuerdo pintado como en un lienzo por invisible pincel gastado de la mano helada,
que memoriosa recordaba el desdèn vivo en la tarde de aquel abril
echada a su olvido.
Julia Marini ( Febrero´2013 )
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