Recostada sobre el pecho
dormítaba plácida
en este sueño desparejo
de aquello esperado
por la niña de mi corazón.
Desangrado sentimiento
se desnuda su mirada
y ante mi no importa nada
ni alegrías ni pesares
pues denigra mi presencia.
Su hiriente altivez vigilante
de mi amor tardío
hace tropezar en desafíos
a esta niña-mujer
que no ha sabido crecer.
Que crueldad la mentira
que valió tal dolor
Caín mató al justo Abel
y ocultó el horror
Aún así Dios lo expulsó.
La misma vida clamaba
justicia al Señor
como podría la sangre
matar en vida
al vientre que la engendró.
Julia Marini ( Febrero´2013)
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