Cómoda me instalé en el punto justo
para observar la curva de su espalda,
campo de hazañas para estas manos
junto al espacio cubierto de la cama.
Dibujé dos sueños desnuda sobre él,
bordé perlas de ternura a plena piel
con el humilde toque de mis dedos,
sacié con besos húmedos su aliento
mientras profanaba astuto mi boca.
Le tatué mi nombre y canté el suyo.
Porque yo era su espada, èl mi roca.
Julia Marini ( Setiembre`13 )
No hay comentarios:
Publicar un comentario